Cuando la vida se detiene de golpe, es el momento de hacer memoria. Es eso lo que siente Noray ante la inesperada muerte de sus abuelos Carmen y Tomás. Tras su funeral, incapaz de afrontar la ausencia de quienes le enseñaron las muchas formas que tiene el querer, se encierra en la casa familiar del pueblo, donde creció y fue feliz.